Ginebra, 29 ene (Prensa Latina) La Organización Mundial de la Salud (OMS) comunicó hoy que otorgó a cinco países sus primeros certificados que validan el progreso en la eliminación de los ácidos grasos trans producidos industrialmente, asociados a enfermedades cardíacas.
Estos son: Dinamarca, Lituania, Polonia, Arabia Saudita y Tailandia.
Los ácidos grasos trans (AGT) son grasas semisólidas a sólidas que se presentan en dos formas: producidas industrialmente y de origen natural.
Según los expertos, la ingesta de estos producidos industrialmente (iTFA) se asocia con un mayor riesgo de ataques cardíacos y muerte por enfermedades del corazón.
Añadieron que en 2023 nuevas políticas de mejores prácticas entraron en vigor en siete países: Egipto, México, Moldavia, Nigeria, Macedonia del Norte, Filipinas y Ucrania.
Un total de 53 países tienen actualmente políticas de mejores prácticas vigentes para abordar los iTFA en los alimentos, lo que mejora enormemente el entorno alimentario de tres mil 700 millones de personas, o el 46 por ciento de la población mundial, en comparación con el seis por ciento de hace apenas cinco años.
Se espera que estas políticas salven aproximadamente 183 mil vidas al año.
Las mejores prácticas en las políticas de eliminación de iTFA siguen los criterios de la OMS y limitan su uso en todos los entornos.
Hay dos opciones: la primera es el límite nacional obligatorio de dos gramos de iTFA por 100 gramos de grasa total en todos los alimentos, y la segunda es la prohibición obligatoria de la producción o uso de aceites parcialmente hidrogenados (una fuente importante de grasas trans) como ingrediente en todos los alimentos.
El organismo sanitario también alienta a los fabricantes de alimentos a eliminar los iTFA de sus productos.
De acuerdo con el comunicado, la industria alimentaria ha logrado buenos avances hasta ahora, como se presenta en un informe de la OMS de noviembre de 2023.
A pesar de los recientes éxitos en la eliminación de los iTFA de los alimentos en todo el mundo, más de la mitad de la población mundial sigue desprotegida de sus impactos nocivos, lo que los pone en riesgo potencial de sufrir un aumento de las enfermedades cardíacas, apuntaron los especialistas.